La Vocación a la Santidad

Inspirados en los textos de la Carta de San Tablo a Timoteo 3, 1-13 (donde, el apóstol, entre otras cosas, insiste en que Dios al llamarnos, no pide prácticamente más que nos dejemos guiar por el sentido común, obrando con sensatez y sobriedad, de manera que creyentes y no creyentes tengan buena opinión de nosotros) y el Nº 30 y 31 de la Carta Apostólica “Novo Millennio Ineunte”, la cual destaca:

  • En primer lugar no dudo en decir que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad.
  • … Poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad es una opción llena de consecuencias.
  • Significa expresar la convicción de que,…sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial.
  • …Preguntar a un catecúmeno, « ¿quieres recibir el Bautismo? », significa al mismo tiempo preguntarle, « ¿quieres ser santo? »
  • Como el Concilio mismo explicó, este ideal de perfección no ha de ser malentendido, como si implicase una especie de vida extraordinaria, practicable sólo por algunos «genios» de la santidad. Los caminos de la santidad son múltiples y adecuados a la vocación de cada uno.
  • …Es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este « alto grado » de la vida cristiana ordinaria. La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta dirección.

No podemos pasar por alto ni dejar de confrontarnos, personal e institucionalmente con estos desafíos. Más aún, si, como órgano directivo de la Provincia, tenemos la responsabilidad de hacer cuanto esté a nuestro alcance para que todos los hermanos nos hagamos eco de esta cruzada impulsada por el mismo papa al inicio de del tercer milenio.
Como teoría, lo sabemos, no hay nada nuevo y no creo que alguien esté en contra. Por lo tanto el desafío es: cómo pasar de la teoría a la práctica. Y eso precisamente es lo que nos propone el papa.

El cuidado de la Vocación: prioridad del hermano y de la Provincia

Tanto en la Orden como en la Iglesia, últimamente, se insiste en la necesidad de poner en primer plano y valorar más y mejor la propia vocación. Se busca, ante todo, ayudar a los hermanos a vivir con gozo y alegría, en total libertad y fidelidad su opción religiosa.
Por eso, el CUIDADO VOCACIONAL mira en primer lugar a los hermanos profesos, a los que ya están (desde hace poco o desde hace mucho), para que vivan felices su consagración. A este propósito, son iluminadoras las palabras del ex ministro General, Giacomo Bini:

Queremos ser realistas y al mismo tiempo mantener viva la esperanza. Y si el REALISMO nos lleva a tomar muy en serio el número de abandonos, …la falta de candidatos en algunas zonas y de perseverancia en otras, y la inevitable subida de la edad media en la Fraternidad universal; la ESPERANZA… nos lleva a una profunda convicción: «la entrega confiada no quedará defraudada, si, por nuestra parte, nos mantenemos fieles a la gracia recibida» y asumimos «la grave responsabilidad de cooperar con la acción de Dios que llama, creando y manteniendo las condiciones en las cuales la buena semilla, sembrada por Dios, puede echar raíces y dar frutos abundantes» (PDV 2).

EN CONSECUENCIA:

Si la fe se refuerza compartiéndola, también la vocación se afianza en la medida en que se comunica. El Cuidado Pastoral de las Vocaciones no puede ser una simple estrategia para asegurar la continuidad de nuestras Entidades y de nuestras obras apostólicas; no puede ser un simple medio para conseguir nuevos «adeptos»; no puede obedecer a una preocupación, más o menos angustiosa, por el número y la supervivencia.

El auténtico Cuidado Pastoral de las Vocaciones brota del gozo de sentirse «escogido, alcanzado y ganado por el Señor Jesús» (Fil 3,8-12); es exigencia del encuentro personal con el Señor (cf. Jn 1,40.45; 4,39; 12,22).

a.    La Pastoral vocacional

El Cuidado Pastoral de las Vocaciones ya no se puede decir que incumbe a unos pocos. Es tarea de todos los hermanos. Todos hemos de tratar «de despertar en el pueblo de Dios la conciencia del deber que le corresponde respecto a las vocaciones» (Constituciones 144). A todos incumbe «la responsabilidad de promover y apoyar las nuevas vocaciones» (Constituciones 145,2).

Por desgracia son todavía muchos los hermanos que cuando se habla de vocaciones piensan que se trata de un problema que deben resolver los «encargados». Se impone, por tanto, pasar de la «mentalidad de la delegación» en unos pocos, a la «mentalidad del compromiso» de todos, en la responsabilidad del Cuidado Pastoral de las Vocaciones. Y «no basta una preocupación de tipo emotivo, es preciso, más bien, el compromiso de todos a nivel operativo» (PDV 60). No basta que todos digan sentirse preocupados por la escasez de vocaciones, es necesario que cada uno asuma su responsabilidad en «promover y apoyar» nuevas vocaciones.

b. La Pastoral en clave vocacional

Como su nombre lo indica, es una invitación a que todo nuestro servicio pastoral sea planificado, visto y asumido en clave vocacional, o sea: lo primero es tomar y hacer tomar conciencia de que Dios nos llama: Dios ha llamado en el pasado y sigue llamando ahora. Dios llama a todos. Y cada uno tiene que asumir, con  responsabilidad, cómo responde. Porque toda llamada supone una escucha y una respuesta: se trata de ver cómo escucho y cómo respondo.

La PASTORAL EN CLAVE VOCACIONAL quiere precisamente preparar esto: ayudar a escuchar y a responder a Dios, nuestro Padre, que llama a cada quien, cuando y como quiere, siempre y en todo momento.

Asumir esta responsabilidad por parte de todos y cada uno de los hermanos está exigiendo, en primer lugar, que CUIDEMOS LA CALIDAD DE VIDA, que nos empeñemos seriamente en ser fieles a nuestra identidad evangélica de Hermanos Menores, que comporta, como bien sabemos, «llevar una vida radicalmente evangélica en espíritu de oración y devoción y en comunión fraterna; dar testimonio de penitencia y minoridad; y, abrazando en la caridad a todos los hombres, anunciar el Evangelio al mundo entero y predicar con las obras la reconciliación, la paz y la justicia» (Constituciones 1,2).
ESTE COMPROMISO EN MEJORAR NUESTRA CALIDAD DE VIDA NO PUEDE SER SOLAMENTE INDIVIDUAL, SINO QUE HA DE SER COMUNITARIO. La vocación es un don que hemos recibido cada uno de nosotros, pero para ser vivido en fraternidad y ser manifestado como fraternidad. Cada uno de nosotros somos como una piesa del gran mosaico de la vida franciscana. Éste sólo podrá mostrar su belleza y atractivo si aparece en su integridad. (G.Bini)

Para tal efecto se apunta, a continuación, algunas lineas de acción para asumir y hacer vida en cada una de las fraternidades de la provincia.

c. LÍNEAS DE ACCIÓN

  1. Crear en la fraternidad un clima de apertura y tolerancia
  2. Reunirse con los frailes de las fraternidades y hacerles sentir que todos somos responsable de la pastoral vocacional.
  3. La pastoral juvenil debe ser: pastoral juvenil vocacional
  4. La pastoral vocacional primero debe empezar por nosotros mismos.
  5. Retiro mensual, capitulo conventual y proyecto comunitario.
  6. Reunión de guardianes
  7. Realizar cursos de relaciones humanas (planteado en el último Capítulo Provincial)
  8. Superar el individualismo
  9. Aprovechar el material de la formación permanente
  10. Conocer el plan pastoral de la Pastoral vocacional
  11. Colaborar y valorar el trabajo del equipo de Pastoral vocacional a la cabeza de Fr. Calixto.
  12. Mayor coordinación entre el equipo vocacional y la fraternidad local
  13. El Provincial escribirá una carta fraterna a todos los  hermanos de la Provincia haciendo recuerdo la importancia de todo esto y del compromiso de todos los hermanos.

Fuente: PROTOCOLO DEFINITORIAL, del 15 al 16 de Septiembre del 2015, en el Convento Santa Ana del Monte Sión - La Recoleta, Sucre

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